Maria Cecilia Angarita

APRENDER

enero 19, 2016



APRENDER



Hoy por la tarde recibí a Facebook el que sería tal vez el mejor artículo que se publique hasta el momento en Viviana Artículo. Cuando termine de leerlo sentí celos porque no se me ocurrió a mi algo tan genial, tan bien escrito y muy bien referenciado.

Tengan hoy  ustedes el placer al igual que a mí de leer y entender el proceso del aprendizaje y todo lo que tiene que pasar por nuestra cabecita para almacenar conocimiento.

Por: María Cecilia Angarita
Estudiante de Medicina 10 semestre
Universidad del Madalena.

Steve Jobs, Johnny Depp, James Rodríguez, Catherine Ibargüen, han logrado el éxito por un factor fundamental: aprender. Aprender es un proceso tan esencial como respirar o dormir, que requiere de tiempo, constancia y creatividad. Desde pequeños aprender es una de nuestras especialidades y a medida que crecemos la pulimos, pero ¿en realidad lo estamos haciendo bien?

Aprender es una gran obra maestra del cerebro. El crédito es especialmente para el trabajo en equipo de las células cerebrales: las neuronas, que alcanzan éste objetivo a través de la sinapsis, es decir, la conexión entre las neuronas. La sinapsis se forma, por ejemplo, cuando cantamos por primera vez esa canción que nos encanta. A medida que repetimos esa canción una y otra vez se establece una ruta de conexión específica que forma un patrón neural. Este patrón neural se activa cada que empezamos a cantar tal canción, lo que nos permite recordarla completica. Todas estas conexiones y patrones cambian de forma dinámica a medida que los años pasan, algunos se borran, otros quedan y muchos nuevos se crean. Lo que ocurre incluso en el cerebro maduro de un adulto. Todo depende de cuan activo sea nuestro cerebro.

El cerebro aprende en dos modos diferentes: difuso y enfocado. Cuando Einstein se interesaba por resolver un interrogante que lo inquietaba, dormía, fumaba o daba paseos mientras pensaba en ello. Otras veces trabajaba por horas y horas en su espacio, concentrado en lo que le interesaba. El modo difuso del pensamiento aparece en un estado de relajación de la mente durante el baño, un viaje o dando un paseo, tal cual Einstein lo hacía. En este contexto la creatividad entra en furor, nuevas ideas nacen y las conexiones entre las neuronas son variadas, complejas y amplias. Cuando Einstein decidía trabajar por horas y horas concentrado en un objetivo, su modo de pensamiento “enfocado” se activa. En el, las sinapsis son más limitadas, poco variables y están relacionadas con patrones neurales que antes se han establecido. Cuando en la primaria aprendemos la tabla de multiplicación del 2 y la aplicamos durante los grados escolares siguientes, el modo enfocado de pensamiento es quien permite utilizarla con destreza pero al enfrentarnos a una experiencia nueva como aprender cálculo, necesitamos un modo de pensamiento diferente, en el que no sea requisito tener patrones neurales previos. Este modo ideal es el difuso.

El aprendizaje necesita de un aliado clave, la memoria, otra gran obra maestra del cerebro. La memoria es como una bodega donde son guardados todos los recuerdos que nos interesan, que nos marcan, o sea que son memorables y repetitivos, como el día en el que vimos que fuimos admitidos en la universidad o aquella canción que nos encanta. Así como las memorias USB tienen diferentes capacidades, el cerebro cuenta con tres tipos de memoria, cada una con capacidades de almacenamiento distintas. La working memory o   memoria de trabajo procesa la información acerca de lo que se presenta en la realidad inmediata y guarda los recuerdos de forma temporal. La memoria a corto plazo guarda una pequeña cantidad de información en un corto periodo y la memoria a largo plazo acumula grandes, inmensas cantidades de información por  tiempo indefinido. 

Ahora bien, conociendo una parte de como el cerebro se las ingenia para aprender, la pregunta es ¿cómo hacemos para colaborar en este proceso? Como dijo Juvenal hace mucho tiempo: “mente sana en cuerpo sano”. Para  que el cerebro pueda funcionar como lo necesitamos, debe estar en un cuerpo saludable y para eso es esencial el ejercicio físico aparte de una buena alimentación. El ejercicio ayuda a activar el modo difuso del pensamiento, fortalecer la memoria y dejar todo el estrés atrás. Por otro lado, el sueño es increíblemente fundamental. Dormir 7-8 horas permite que las toxinas que se acumulan a lo largo del día en el cerebro sean eliminadas, borra recuerdos sin ninguna importancia o interés, envía los recuerdos interesantes, impactantes a la memoria a largo plazo y hasta nos ayuda a entender los problemas que nos inquietan.

Para viajar en el aprendizaje es vital la concentración, por eso un espacio tranquilo, silencioso fresco y solitario, como la sala de una biblioteca, es muy útil. Para aprender es necesario entender. Reconocer qué es lo que en realidad queremos aprender, es decir, los objetivos de estudio y leer el resumen, las frases en cursiva o las explicaciones de los diagramas del texto al igual que echarle un vistazo a estos, son acciones sencillas que traen un sorprendente avance en el entendimiento.

Cuando nos sumergimos aún más en este viaje, la creatividad es un lugar que todos debemos visitar. Por medio de la creatividad entendemos todo de una manera divertida, entretenida. Una forma de aliar aprendizaje con creatividad es usar metáforas o analogías. Ellas relacionan dos  conceptos aparentemente sin nada en común para entender más y mejor lo que aprendemos como por ejemplo un tablero de tiza y la working memory. A su vez, la creatividad ayuda a inventar una idea memorable, uno de los requisitos para que el recuerdo sea almacenado. Para este propósito es básico también practicar y repetir aquello que hemos aprendido, de esta manera los patrones neurales son cada vez más fuerte y por ende fácilmente llegan a la mente tales recuerdos. La táctica de practicar y repetir tiene su modo de uso: es recomendable utilizarla de forma espaciada y constante, lo ideal es no repetir miles de veces lo aprendido en un mismo día ni dejar pasar días, semanas o meses sin repasarlo. Es necesario el equilibrio.

Aplicar todo esto requiere luchar contra una gran enemiga: la procrastinación. Procrastinar es dejarlo todo para último hora, es un hábito muy malo relacionado con el dolor. Cuando estamos frente a una actividad que causa incomodidad como leer un montón de copias de un tema que no nos llama la atención, áreas cerebrales vinculadas con el dolor se activan; la medicina para este mal es desviar la atención en algo que no nos incomode y sea interesante, por eso terminamos revisando Facebook o riéndonos con vídeos en YouTube. El problema es que la procrastinación en últimas deja consecuencias feas  como estrés, malas notas e incluso perder una asignatura. Para evitar lamentos hay que evitar procrastinar y para eso la técnica de Pomodoro es ideal; esto  es trabajar con máxima concentración durante 25 minutos y luego tomar un relajante respiro de 5 minutos.

Muchas veces creemos que subrayar o resaltar una oración importante del texto, repetir muchas veces como loro un concepto, leer rápidamente los apuntes del cuaderno antes de hacer un examen, copiar cual secretaria todo lo que el profesor dice en la clase o dar por aprendido algo que no hemos practicado o repetido, son acciones que aseguran el aprendizaje pero en realidad no es así, no son más que ilusiones, ilusiones del aprendizaje que atascan avances. Para ignorarlos es esencial entender, practicar, repetir y aplicar.
Aprender, parte de la llave que abre el éxito, no se crea ni se destruye de la noche a la mañana. Como todo en la vida implica un proceso, un proceso que funciona con interés, creatividad y constancia. “La dama de la suerte favorece a quien lo intenta” Ley de la serendipia.

Referencias bibliográficas

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1 comentarios

  1. En una palabra este articulo me pareció sumamente instructivo. Ha sido realmente fascinante leerlo puesto que es fácil de entender y es muy directo y descriptivo. ¡Felicitaciones a la escritora y a Vivi por compartirlo en su blog!

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